martes, 18 de julio de 2017

EL ESPEJO



Hoy al levantarse vio a un ser y se asombró.
Concretamente a una mujer, la notódemacrada,
triste, sin ánimos de nada.
Notando la falta de alegría en su vida,
como deseaba perderse de este mundo,
le miraba y sus ojos habían perdido todo brillo,
al estar ahogándose en su propio dolor.
Todo, absolutamente todo se había derrumbado,
Ante sus ojos:
"El amor" ,
"Las amistades"
Su empleo,
Su dignidad.
Se dirigió a su cuarto,
recostada en su cama pensaba el tiempo
que llevaba sumida en su claustro por situaciones
y personas que debía olvidar.
El amor. Y olvidar amarse por quien no debía,
Dar amistad al que no sabía valorarla.
Sentía que su abandono, el único fruto
que daría era enfermedad, dolores y arrugas.
su corazón estaba tan congelado, tan frío, que ardía.
Solo miraba el techo blanco, inerte, desabrido.
Luego de algunas horas se puso de pie.
Se duchó, no tenía nada que hacer.
Ningún sitio a donde ir,
nadie con quen compartir,
ningún amor...
Volvíó a mirarla, notando un puntico de brillo en sus ojos,
Aunque con esa tristeza que siempre la acompañaba.
Su cabello húmedo, pero bien peinado,
la boca así no sonriera ya tenía una pequeña curva;
Desafiante.
Su corazón ahora frío, mas no tan quemante,
y supo que debía volver a enamorarse de sí misma, nuevamente.
Que un mundo como el que fantaseaba, no existía,
Y debía darle un sitio a cada cual tal como se lo mereciera.

por ello dijo:
¡Adiós espejo! 
                  Sonicha (d.r.a.)

Y DUELE...



Y duele...
Si, duele otra noche donde el silencio de la soledad
nos abrasa junto a una mente que no se calla.
Gritar y acallar esos gritos sin sonido, pero que aturden,
emitiendo ecos al vacío.
Añorar una compañía, 
esa compañía que se da en un abrazo sin fin...
palpar el calor de una piel que te haga desear nunca soltarte,
sentir que no necesitas mas mundo que ese pequeño, pero
intenso momento que tienes en ese abrazo.
Sabes que la soledad, aunque hayas aprendido a llevarla,
llega el momento en que te quema, y hace ruidos indescriptibles.
Como aquel cuando alguien hace sonar un violín sin nunca haberlo
manejado para luego pasar a aquella melodía tan melancólica que
nos hace agitar el alma.
Aprecias ese nudo en tu garganta que va subiendo, aguando tus ojos
y esa lágrima rebelde asoma queriendo caer a torrentes... mas no vale
la pena llorar, nada arreglaría. A pesar de comprenderme, conocerme,
esa profunda soledad agita el sueño y no  lo deja conciliar.
Angustia  el alma y duele, vaya que sí duele.
                              Sonicha (d.r.a.)